La semana pasada, parlamentarios PPD e independientes presentaron una iniciativa para subsidiar el precio del pan, en vista de las alzas continuas. El ministro de Hacienda, Mario Marcel, contestó en ese momento que hay que buscar soluciones más integrales y aseguró confiar en el Banco Central que, dijo, “con seguridad seguirá avanzando en su esfuerzo por contener la inflación”.

Como sea, el problema está afectando a las familias más vulnerables, como decía la diputada Helia Molina cuando hizo pública la idea del subsidio a los productos derivados de la harina. “Es la gente más necesitada a quienes se les está haciendo un tremendo peso en la canasta”, señaló.

Pero de la misma manera que el ministro Marcel descartó la idea, la oposición busca un camino distinto. El diputado del Partido Republicano Agustín Romero comenta que en la colectividad están conscientes del “difícil momento por el que pasan las familias” y coincide con Marcel en que la solución va por el lado de atacar las presiones inflacionarias. 

“Propusimos una medida más efectiva, que es la eliminación del impuesto específico de los combustibles, pues eso reduciría el precio de la mayoría de los productos de la canasta básica”, declara Romero. quien agrega que un eventual subsidio al pan directo hacia los consumidores sería “una medida de parche”. 

También mira a los combustibles Mauricio Rodríguez, country manager de la empresa Drivin, expertos en temas de logística. “Se espera que la tendencia de precios siga al alza, hay mucha volatilidad y debemos estar atentos a las políticas de apoyo que se implementen”, explicó. “Al menos, se debe tener mayor control a nivel local sobre los precios de los combustibles, que son uno de los principales costos asociados a la logística”, agregó. 

Otra mirada tiene Héctor Osorio, economista socio de PKF, quien pide pensar en los productores. “Hay que generar un estímulo para que sembrar trigo sea un buen negocio, algo que no está pasando, porque los proveedores extranjeros tienen mejores condiciones económicas”, dijo.

Los precios altos no se deben necesariamente a un aprovechamiento de la contingencia, el problema es a más largo plazo. “El productor también sabe que para la próxima temporada, producir le costará significativamente más caro, por lo mismo: por el precio de los combustibles y de los fertilizantes, que también son generados por Ucrania y Rusia”, cierra Osorio.

Cualquiera sea la decisión que se tome en los próximos días, tendrá un impacto. No por nada, Chile es el mayor consumidor de pan de Latinoamérica y el tercero del mundo.

Un precio afectado por la guerra y la crisis logística

Los precios del pan vienen al alza incluso antes de la guerra en Ucrania, pero el problema se ha agudizado si se considera que ese país y Rusia son importantes productores de trigo y aunque Chile no necesariamente les compre el cereal a esas naciones, los importadores deben pagar más porque ante la falta de stock, los productores venden donde haya mejor precio. 

“Desaparecieron del mundo dos actores importantísimos, Rusia y Ucrania, que producen cerca del 25% del trigo que se transa en mercados internacionales”, remarca el economista de PKF Héctor Osorio, quien también indica que “esto nos va a seguir pegando, pero en economías más débiles que la chilena, esta crisis se va a traducir en hambruna”. 

Otro asunto es la cadena de suministro, que explica por qué los precios de la harina estaban altos antes de la invasión rusa: por la pandemia muchos puertos y empresas en el mundo han trabajado a media máquina, afectando la logística mundial, especialmente con retrasos o, peor aún, la pérdida de carga.

El experto en logística Mauricio Rodríguez, de Drivin, explica que el “costo de importación está constituido por el precio original de compra, más los fletes, seguros, derechos, impuestos, transporte, gastos de aduana y la última milla, así como muchos otros indirectos”.